La desviación por parte de Estados Unidos de los hechos científicos en el rastreo del origen de la COVID-19 es una manipulación política y obstruye la búsqueda eficaz de soluciones, destacan académicos de América Latina y el Caribe, refiere Xinhua.
Ante la campaña mediática occidental contra China, los expertos llaman a un mayor respeto a la ciencia y objetividad en las investigaciones y promover una cooperación más práctica y efectiva para derrotar al virus.
Manipulación política
Eduardo Klinger Pevida, miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, señaló la falta de evidencias de la hipótesis de EE. UU. sobre la “fuga de laboratorio” de la COVID-19 desde China.
“Las pruebas brillan por su ausencia exigiendo que la simple palabra de Washington sustente las acusaciones”, expresó el especialista en el diario local Hoy.
El investigador puntualizó que “científicos internacionales de élite escogidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) visitaron China y concluyeron que un accidente de laboratorio era extremadamente improbable”.
Por su parte, la epidemióloga mexicana Elena Reyes Rueda, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reprochó que surja de parte de algunas voces el interés “mezquino” de querer politizar el tema y buscar discriminar a China, país que “ha dado muchas muestras de colaboración”.
“China ha dado grandes contribuciones a la investigación en epidemiología, en virus, investigación genética y creo que lo ha hecho bien en la medida de sus posibilidades”, señaló.
Además, la experta expresó que la operación “de politizar, de buscar discriminar, de hacer ver que no se está colaborando” tiene “tintes muy políticos”.
En este aspecto, a ojos de Klinger, el truco estadounidense está gastado y la estrategia no mella en lo fundamental el respeto que la mayor parte de la comunidad internacional expresa por China.
“La exigencia (estadounidense) es de tal acritud y humillación flagrante que no habría Gobierno digno que la aceptaría (…) Ya 55 países le han escrito al director general (de la OMS) exigiéndole más responsabilidad”, resaltó el académico dominicano.
Guerra de distracción
Para Heinz Dieterich, sociólogo alemán residente en México, la politización del rastreo de origen de la COVID-19 se trata de una “guerra de distracción” iniciada por la Administración estadounidense.
El experto explicó que los líderes políticos que se enfrentan a desafíos o fracasos internos tienden a iniciar conflictos internacionales, creando y demonizando “enemigos externos” para desviar la atención doméstica y mantenerse en el poder.
Todo ello debido a que el modelo de gobernanza estadounidense está estructuralmente agotado, es incapaz de reformarse y es “disfuncionalmente suicida” para el mundo multipolar, indicó Dieterich.
Por otro lado, el sociólogo apuntó que hay pruebas forenses verificadas de experimentos de guerra biológica de Washington con sus propios ciudadanos.
Por ejemplo, recordó, un informe de 71 páginas de la División de Operaciones Especiales del Ejército estadounidenses en Fort Detrick reveló que especialistas del Ejército realizaron un “ataque simulado de guerra biológica” con bacterias en el metro de Nueva York, en junio de 1966.
A su vez, Klinger recordó que Beijing pidió investigar casos sospechosos registrados por los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses en Wisconsin y otros estados mucho antes del primer caso oficial diagnosticado en el mundo, además de otros casos en Florida.
Según el estudio publicado en junio por la revista Enfermedades Infecciosas Clínicas, se detectaron anticuerpos contra el SARS-CoV-2 usando dos diferentes pruebas de serología en 9 muestras de sangre, tras analizar más de 24.000 muestras almacenadas en los 50 estados estadounidenses entre el 2 de enero y el 18 de marzo de 2020.
“Quienes reclaman transparencia están obligados a ser transparentes”, enfatizó.
Cooperación internacional
Para Miguel Nicolelis, uno de los referentes globales de la neurociencia, la politización de rastreo del origen de la COVID-19 es “nociva” para la ciencia y la lucha global contra la pandemia.
“La comunidad científica es muy escéptica, simplemente no acepta este tipo de manipulación política sin pruebas”, acotó.
Klinger afirmó asimismo que los intereses políticos estimulan la confrontación, situación que limita la cooperación científica y es fatal para evitar otra pandemia.
“La autoridad científica real para los hombres de ciencia, no radica únicamente en su experiencia, sino en ser consecuentemente exponentes de ciencia y no de corrientes geopolíticas interesadas”, afirmó el experto.
A ojos de Reyes Rueda, quien participó en México en la investigación del origen del virus de la influenza A (H1N1) surgido en 2009, la vía correcta para identificar el origen del virus e intentar controlar la pandemia pasa por las investigaciones epidemiológicas, y no la política.
De acuerdo con la epidemióloga, la búsqueda del origen del virus de la influenza en México permitió “tener todo un modelo de trazabilidad, contar con un modelo de prevención de infecciones y epidemiológico”, a fin de poder obtener mayor información, saber cómo identificar y saber cómo controlar.
En este sentido, la especialista advirtió que los picos pandémicos de la COVID-19 van a surgir a medida que algunos países politicen el tema y “no contribuyan a la investigación”.
“La trazabilidad del virus es una cuestión científica compleja, por lo que debe haber más colaboración entre Gobiernos y así lograr la identificación de los huéspedes del virus y las rutas de transmisión”, explicó la especialista.
Contribuyeron a esta información los corresponsales de Xinhua Wu Hao, Zhu Yubo, Edna Alcántara y Luis Rojas en Ciudad de México, Gong Ruohan y Pablo Giuliano en Sao Paulo, Su Jin en Ciudad de Panamá y Mary Yerlyn Paula en Santo Domingo.