«Estamos frente a una situación muy grave y que tiene prácticamente colapsados los sistemas de salud. Hoy es difícil pensar que existe una familia donde no haya un adolescente que sufra de trastornos mentales«.
Las palabras son de la psiquiatra infantojuvenil chilena Ana Marina Briceño, que lleva más de 20 años dedicada a atender y a ayudar a jóvenes deprimidos en Chile, tanto en hospitales públicos como en establecimientos privados.
Siempre lo hizo desde una perspectiva profesional hasta que en 2019, pocos meses después de que comenzara la pandemia de covid-19, su propia hija fue diagnosticada con Trastorno Ansioso Depresivo.
«Me tocó vivir lo que tantas veces había diagnosticado. Creí que estaría preparada para algo así pero fue difícil, muy difícil», reconoce.
Su experiencia es reflejo de un mal que no deja de crecer en todo el mundo.
Solo en América Latina, casi 16 millones de adolescentes de entre 10 y 19 años vive con algún trastorno mental, según constata el último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Es un 15% del total de la población de ese rango de edad.
La cara más triste de este fenómeno es el suicidio.
Más de 10 adolescentes pierden la vida cada día por esta razón en la región, siendo la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años, indica el mismo informe.
En entrevista con BBC Mundo, Briceño, autora de «Depresión en adolescentes: cómo acompañarlos a enfrentar esta enfermedad y las claves para prevenirla», comparte su visión sobre las razones de este alarmante aumento, las medidas preventivas que se pueden tomar y cómo los familiares deben acompañar a los jóvenes que padecen trastornos mentales.
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