La palabra Caripe significa “río de ardillas” en lengua Chaima
Viajar es una aventura, y para todos los gustos hay opciones. Hay quienes sienten inmensas ganas de respirar aire puro en sitios pocos explorados, otros prefieren recorrer lugares históricos, con tradición y que marcan la identidad de un pueblo, cualquiera que sea el destino viajar, es sinónimo de libertad, es una manera sana de renovarse, recrearse y vivir al máximo las experiencias.
En Venezuela, los aventureros tienen opciones a la carta como en buen restaurante, hay lugares maravillosos para visitar en sitios de montañas, sabanas, desiertos, playas y las selvas de concreto con los pasos de la modernidad. Hoy desde la sala de redacción del portal www.elbolivariano.com.ve te presentamos un destino considerado como uno de los más mágicos y encantadores del país. Se trata de Caripe, un pueblo histórico conocido como el “Jardín de Oriente”, por sus atractivos naturales y clima agradable.
Este destino es promocionado todo el año por tours operadoras y la Corporación de Turismo de la Gobernación de Monagas proyecta una ruta turística a Caripe todas las semanas para organizar paseos con colectivos de las comunidades, escuelas, e institucionales del sector público y privado.
Este destino es promocionado todo el año por tours operadoras y la Corporación de Turismo de la Gobernación de Monagas proyecta una ruta turística a Caripe todas las semanas para organizar paseos con colectivos de las comunidades, escuelas, e institucionales del sector público y privado.
La ruta para ir al “Jardín de Oriente” es vía terrestre. La distancia desde Maturín, capital del estado Monagas, a Caripe es de 105 km. El tiempo estimado de la ruta de viaje entre las dos ciudades es de aproximadamente 1 hora 32 min.
Saliendo de la capital monaguense la carretera conduce a la población de La Toscana, un pequeño caserío del municipio Piar. A pocos kilómetros los viajeros comienzan a disfrutar de un panorama completamente verde, a orillas de la carretera se observan algunos árboles frutales, principalmente, con siembras de naranjas a los pies de las montañas del Turimiquire, serranía que cubre la parte nororiental del país.
Una parada obligatoria es Guanaguana, un pequeño pueblo ubicado en un valle, cortado por el río Guatatar. Uno de los sitios de mayor interés es la Iglesia San Miguel Arcángel, templo construido por los frailes misioneros en épocas de la colonia. Luego de una parada para tomarse fotografías, el viaje al “Jardín de Oriente” continua pasando por la encrucijada que está a los pies de la represa El Guamo, donde comienza los márgenes del municipio Acosta.
En ese lugar, para ir a Caripe hay que tomar la carretera cruzando a la derecha. Antes, los viajeros pueden hacer una parada para comer unas ricas arepas peladas con queso guayanés o un trozo de carne o pollo asado, de acuerdo a su gusto.
Los conductores deben poner especial atención a las señalizaciones, pues a lo largo de la carretera hay curvas peligrosas.
El paisaje es hermoso y el clima comienza a ser más agradable con vientos frescos y abundante vegetación, con flores y ventas de frutas de acuerdo a la temporada. Llegando al municipio hay un desvío que indica la dirección correcta para ir al Monumento Natural Alejandro de Humboldt, donde está la imponente Cueva del Guácharo, que de acuerdo a las especificaciones geográficas se encuentra situada entre la “serranía interior oriental”, es decir, entre el estado Monagas y Sucre, con una superficie de 62.700 hectáreas.
El atractivo de la Cueva del Guácharo, atrae cada año a millones de turistas nacionales e internacionales de años, de acuerdo a los investigadores que reflejan en sus estudios la visita de su descubridor, el naturalista alemán Alexander Humboldt, el 18 de septiembre de 1799. La cueva es una enorme cavidad de formación rocosa con una antigüedad de 130 millones. Una parte de la historia narra que antes de Humboldt en la época de la colonia, la cueva fue explorada por “Don Francisco de Ybarra Herrera” (obispo de la Diócesis de Santo Tomás de Guayana).
Sin embargo, se le atribuye el descubrimiento al alemán por ser quien la dio a conocer al mundo, plasmando su odisea en las narraciones de su escrito “Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente”.
La cueva fue decretada “Parque Nacional”, con la finalidad de garantizar la continuidad natural de los procesos hidrogeológicos y biológicos que ayudaran a mantener el régimen hídrico del área de influencia de la cueva y perpetuar la presencia de las especies vegetales que le permiten el sustento al ave de nombre Guácharo.
Principales características La Cueva del Guácharo presenta una serie de formaciones de gran variedad y de muy rica vegetación. En ella predomina el bosque húmedo, y predominan los árboles y plantes de laurel, el guayabito, el bucare, el matapalo y el candil.
En el lugar, los árboles alcanzan los 30 metros como el Saisai, y otras diversidades de trepadoras, orquídeas y helechos.
El rey de la fauna es el “Guácharo”, un ave con características muy especiales posee un sistema de radar, llamado (ecolocalización) de tal forma que por poseer este sistema, le facilita poder desplazarse sin tropezar con las paredes de las cavernas. Las condiciones climáticas de la cueva hacen que este sitio pueda albergar otras especies como: el ratón mochilero, el curareque, el cangrejo marrón y varias especies de murciélagos.
Para los visitantes el recorrido por los espacios externos de la cueva es importante, para conocer su historia y disfrutar de todos los atractivos naturales que encierra el parque. En la zona rental, se encuentra el museo donde se detalla el recorrido por la Cueva y las sorpresas que encierra este lugar.
Salón de Humboldt Este salón tiene una longitud de 759 metros. El Salón Humboldt en la parte superior, en el techo, tiene una formación de grandes estalactitas (concreción calcárea formada en la bóveda de las cuevas), que han obtenido los distintos nombres según sus formas.
Se le da el nombre a una amplía grieta en la parte derecha del Salón Humboldt. Este nombre es dado gracias a la disposición de piedras en ambos lados de la galería, ya que esta posición crea una obstrucción de las ondas sonoras. En esta galería se puede escuchar un suave sonido que da un riachuelo.
Se caracteriza por estar formada de grandes paredes arcillosas y la parte superior (techo) se encuentra lleno de estalactitas cristalinas y mantos estalagmíticos (concreción calcárea formada en el suelo de las cuevas por las gotas que caen de la bóveda de las cuevas.). Al igual que el Salón Humboldt aunque este sólo posee estalactitas.
Allí se pueden encontrar, y observar algunos peces, en la orilla del río, que son característicos de la cueva. Salón Precioso Como su nombre lo expresa «precioso», este salón posee tres bóvedas en forma de trébol, cada una de ellas posee un nombre y características especiales: Rolando, nombrada así por el general del mismo nombre que se ocultó allí a comienzos de 1900; Salón de las Campanas, llamado así porque los cortinajes que al ser golpeados suavemente producen un sonido parecido al de las campanas; y finalmente, se encuentra el Cuarto del Perro.
Estos cuatro salones turísticos se formaron gracias a la formación calcárea que allí yacen, creando estalactitas, estalagmíticos, dando con estos rasgos peculiares a la cueva, una de las características más resaltantes de la cueva, y así creándole un aspecto bastante significativo, para el aspecto de la cueva.
Para ir a la cueva es necesario tomar y prestar atención a las siguientes indicaciones:
*No se deben tomar fotografías hasta el final del recorrido, ya que allí ya no se encuentran los Guácharos.
*Es de mucha importancia, que entre con un guía de Inparques, ya que la cueva es bastante oscura y el guía es el único que podrá llevar una lámpara para alumbrar el camino.
*Evite entrar con linternas, solo las lámparas de gas que usan los guías.
Es necesario llevar ropa liviana, si es de su preferencia, ropa deportiva o un pantalón de blue jeans, zapatos de goma o botas y si es posible con pantalón tipo pescador, para evitar llenarse los ruedos de lodo.
Al salir de la cueva no deben olvidar llevarse un recuerdo visitando la zona de artesanos, donde también podrán comprar dulces criollos. La aventura en el “Jardín de Oriente» no termina una vez culminado el recorrido por la Cueva del Guácharo, por el contrario falta camino por descubrir y sitios que visitar.
Saliendo del camino al Monumento Natural hay que tomar de nuevo la carretera para ir al pueblo de Caripe, identificado en su entrada principal con el Monumento del Guácharo.
En el caserío hay rastros de la Venezuela de ayer que se niegan a morir, como las casas con techos de paloma, coloridas y las calles angostas.
También, hay evidencias de la modernización como las oficinas gubernamentales, el gimnasio cubierto, el hospital y uno que otra vivienda con arquitectura muy vanguardista.
La palabra Caripe significa “río de ardillas” en lengua chaima, población indígena que habita en la zona desde la época de la colonia. Caripe fue fundado como una misión católica el 12 de octubre de 1734.
Básicamente es una localidad agrícola y turística por poseer el parque nacional El Guácharo. Entre los principales cultivos se identifican el cacao, café, naranja, entre otros.
En la población de San Agustín se ubica un vivero, donde se cultivan vegetales, además de flores ornamentales. En los últimos años se ha incentivado la producción de tomate y pimentón.
Entre los platos que más identifican a la gastronomía de la zona caripera se encuentran una gran variedad de comidas elaboradas con frutos y tubérculos que se producen con gran facilidad en esta jurisdicción.
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