La organización ambientalista Sea Shepherd en la «Operación Milagro» en México, busca salvar la especie de vaquita marina de las cuales quedan muy poco.
Un buque, aviones y lanchas interceptoras permanecen desplegadas en el Alto Golfo de California (norte de México) con un objetivo: salvar de la extinción a la vaquita marina, un raro mamífero del cual quedan contados individuos.
Las más recientes maniobras de la Marina mexicana y la organización ambientalista Sea Shepherd en la «Operación Milagro», lanzada en 2015, intentan evitar que la vaquita caiga en las redes de pescadores ilegales que van tras la totoaba, un codiciado pez también en riesgo de desaparecer.
Hay especies de las que quedan ya tan pocos animales que surge la pregunta de si sigue siendo viable desde un punto de vista genético evitar su extinción. En conservación, se entiende que cuando una población se ha reducido mucho y deben cruzarse entre sí los pocos ejemplares que sobreviven, pueden empezar a aparecer genes defectuosos que precipitan el fin de la especie. Sin embargo, un estudio publicado esta semana en Science contradice esta idea justamente con uno de los casos más desesperados: la vaquita marina (Phocoena sinus), un pequeño cetáceo del que solo quedan unos 10 ejemplares en el planeta, todos ellos en aguas de México, en el norte del golfo de California.
A pesar de los esfuerzos y millones de dólares gastados para frenar el declive del llamado panda del mar, la población de esta marsopa no ha parado de reducirse por las muertes accidentales en las redes de los pescadores furtivos que persiguen al pez totoaba, y hoy en día es uno de los animales de la Tierra con más papeletas para extinguirse.
Paradójicamente, la investigación genética de científicos de EE UU y México que se publica ahora concluye que la vaquita marina tiene un alto potencial para recuperarse. Al menos, desde el punto de vista genético. Como destaca Lorenzo Rojas-Bracho, científico mexicano que lleva más de 20 estudiando este pequeño cetáceo y uno de los autores del trabajo, “se ha vuelto un dogma que a baja variabilidad genética te extingues, pero ahora hemos visto que no es el caso”. “Este no es un mero ejercicio teórico”, incide este biólogo vinculado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-Sinergia, que asegura que “este resultado da esperanzas no solo para la vaquita, sino para otras especies en las que se deja de luchar porque se piensa que ya no se puede evitar que se extingan”.
Los intentos de capturar vaquitas para ponerlas a salvo no funcionaron, así pues solo queda evitar que se echen redes de enmalle en el área donde viven los últimos ejemplares. ¿Por qué todavía no se cumple la prohibición de pescar siendo una zona no muy grande para vigilar? “Esta es una pregunta para las autoridades”, señala Nigenda-Morales, que reconoce que es un problema complicado por el mercado negro.
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